ABC Toledo
Todos recuerdan a Ghany Shany, el joven de 19 años natural de Nigeria y futbolista del Toledo B que el pasado mes de marzo sufrió un brutal atropello que a punto estuvo de costarle la vida. Tras permanecer en coma, pudo recuperarse, pero el trágico accidente truncó, por el momento, su prometedora carrera deportiva.
Siete meses después de aquel atropello por un conductor sin escrúpulos que se dio a la fuga en un paso de peatones, cerca del Salto del Caballo, Ganhy recibe a ABC en su casa de Santa Bárbara. Recuerda que fue en su país natal donde comenzó a jugar al fútbol, deporte en el que vio una oportunidad para escapar de la pobreza. Musulmán y de padre polígamo, su madre se volcó en él, aunque el resto de sus hermanos le criticaba por dedicar todo el tiempo a jugar al fútbol y no llevar dinero a casa.
Gracias al apoyo de su equipo, y consciente de que sólo en Europa podría labrarse un nombre como futbolista, Ghany viajó a Francia en busca de una oportunidad. Después de varios meses allí, amigos de su tierra natal le ofrecieron la oportunidad de trasladarse a Madrid para comenzar una nueva vida en España. Al poco, un amigo, «casi hermano», le ofreció jugar en el Toledo. «Entrenaba bien, jugaba muy bien; gané una liga, algo que no puede decir cualquiera...pero ese día mi vida cambió». Se le torna el gesto triste cuando comenta que «no recuerdo nada del accidente, saludé a un conocido al cruzar la calle y del resto no me acuerdo»
Desde aquel día fatídico, cada mañana sale adelante gracias a la ayuda de amigos y de su asistente social, pero «no sé lo que va a pasar mañana -dice preocupado- porque llevo más de siete meses de recuperación y no puedo jugar al fútbol con un clavo en la rodilla». Pese a todo, es optimista. Su sueño es poder volver algún día a jugar y ser futbolista profesional. Su esperanza está puesta en los especialistas del hospital Virgen de la Salud y en el doctor Thomas, que el mes próximo empezarán con él la rehabilitación.
Mientras tanto, vive casi de la caridad. «El C.D. Toledo me paga la casa, pero no puedo exigir mucho más por la mala situación económica que está afrontado el equipo, y el Ayuntamiento me facilita dinero para comer», explica. Consciente de que la carrera de futbolista es corta, quiere estudiar, aprender español y poder ganarse la vida «después de tanto sufrimiento». Antes de despedirnos, nos comenta que no tiene contacto con su familia y no sabe si su padre ha muerto. No critica a nadie y da las gracias a todo aquel que no le ha dado la espalda: «al personal del rehabilitación del hospital, gracias a Castilla-La Mancha por su ayuda, y al doctor Thomas. Y gracias a Dios».
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