El Digital de Castilla-La Mancha
El delegado del gobierno de Castilla-La Mancha, Máximo Díaz-Cano, asegura que la crisis por la que atraviesa el país no incidirá en la contratación de más españoles para la campaña de vendimia de la región que ahora comienza. Será si quieren.
Según cálculos del sector y teniendo en cuenta datos históricos, unas 30.000 personas harán falta este año para la recogida de la uva en nuestra Comunidad Autónoma. La intención inicial, luego rectificada por la vicepresidenta del gobierno, era la de frenar la contratación de inmigrantes en origen. Tanto sindicatos como patronal del sector aseguran que es muy complicado suprimir de un plumazo ese camino. Los desajustes actuales del mercado laboral impiden en muchos casos encontrar el perfil requerido para este tipo de labores en el campo y obligan a buscarlo en el extranjero o entre extranjeros residentes aquí en España.
Todos los sectores implicados, algunos más que otros, saben que la agricultura necesita de unos trabajadores bastante peculiares: que acepten salarios no muy altos, que puedan desplazarse para las temporadas de siembra y recolección y que acepten contratos temporales. Por todo ello, el sector agropecuario es uno de los más difíciles para que el trabajador nacional quiera trabajar en él. No hay que olvidar que el campo no puede ofrecer salarios tan competitivos como la construcción, la hostelería o los servicios.
Esta situación hace que los beneficiarios de las prestaciones por desempleo cobran casi tanto como trabajando de temporeros en labores agrícolas. Conclusión, el trabajador español prefiere seguir así y esperar propuestas laborales más rentables y menos sacrificadas de otros sectores.
La contratación en origen iniciada por algunas organizaciones ha sido un buen mecanismo, ya que garantiza las necesidades del campo y evita la inmigración ilegal. Sin embargo, antes de dar este paso, tanto sindicatos como patronal han buscado en el mercado nacional sin resultados positivos y el campo ha tenido que echar mano, otra vez más, de marroquíes, ecuatorianos, rumanos o búlgaros para atender sus cosechas.
Por si la situación no fuera difícil para los viticultores de Castilla-La Mancha, este año se ha visto agravada por la vendimia francesa, más regular, mejor organizada y con condiciones económicas más optimas. Al otro lado de los Pirineos los sueldos mínimos a percibir son superiores a los españoles, además de otras mejoras sociales y laborales. Este factor hará que en la vendimia de este año, entre un 10 y un 15 por ciento más de vendimiadores se darán cita en los principales núcleos vitivinícolas franceses. Alrededor de unas 12.000 personas en las próximas semanas se desplazarán hasta Francia para efectuar estas labores y muchos de ellos de nacionalidad española que no quieren quedarse en la vendimia de su país.
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